Relatos e Historias









Samir y Muhammad.


En la ciudad de Damasco en 1889, se tomó una foto histórica que capturó la amistad poco convencional entre dos hombres, Samir y Muhammad.
Samir era un enano cristiano que no podía caminar, mientras que Muhammad era un musulmán ciego que lo cargaba en su espalda para navegar por las calles de la ciudad.
A pesar de provenir de diferentes religiones y orígenes, los dos huérfanos compartían una habitación y una amistad inquebrantable.
Samir tenía un talento especial para contar historias de las mil y una noches, lo que deleitaba a los clientes de un café en Damasco, mientras que Muhammad vendía dulces en la misma calle.
Muhammad confiaba en Samir para que lo guiara, y Samir usaba la espalda de su amigo para moverse por la ciudad.
Un día, cuando Muhammad regresó a su habitación, encontró a Samir muerto. Él lloró y lamentó a su amigo durante siete días seguidos, y eventualmente murió de tristeza.
Cuando le preguntaron cómo dos personas de diferentes religiones y orígenes podrían llevarse tan bien, Muhammad simplemente señaló su corazón y dijo: "Aquí éramos iguales".
La foto fue tomada por el fotógrafo Tancrède Dumas en 1889 y se ha convertido en un símbolo de amistad y respeto mutuo a pesar de las diferencias...











EL COYOTE QUE SE CREYÓ OVEJA.



Hace mucho tiempo existió un coyote que nació en la manada que habitaba en la sierra de Guanajuato. Este coyote era demasiado bueno para sus compañeros. Siempre se comportaba honradamente y trabajaba duro en la escuela; nunca llegaba tarde a sus compromisos; nunca era grosero o respondón; nunca se ensuciaba, y nunca contaba mentiras.
Pero no era bonito. Sólo le faltaba eso: ser bonito. Él quería ser blanco y tener un pelaje esponjoso y suavecito, como el de las ovejas.
Como el ambiente de los coyotes no iba con él, decidió irse de ahí. Se fue a vivir con las ovejas y se inscribió en una escuela de ovejas. Al principio, ellas le tenían miedo, pero era tan bueno que al fin lo aceptaron. El coyote fue aun más bueno.
Era tan bueno que cada año ganaba tres medallas: La que lo premiaba por nunca llegar tarde; la que reconocía su buen comportamiento, y la que manifestaba su perfecto trabajo en clase.
El coyote vivió con las ovejas durante toda su educación primaria y, aunque nunca le creció lana como a sus compañeras, ni su pelaje dejó de ser amarillo, dejó de sentirse tan feo y pensaba que ya no se veía como coyote, sino como oveja amarilla.
Al final de su último grado de primaria, recibió la máxima presea que otorgaba la escuela: La medalla a la mejor oveja de la generación. El coyote estaba tan orgulloso, que pensó llevar la medalla a su casa, para presumírsela a su antigua manada.
Cuando terminaron las clases, se puso un elegante saco de lana blanca, se colgó sus medallas y se encaminó a la sierra. Iba feliz, pensando en que a los coyotes les daría gusto verlo.
Al pie de la sierra de Guanajuato había un espeso bosque que el coyote tenía que cruzar para llegar a su antiguo hogar. Pero en ese bosque habitaba un temible lince que siempre tenía hambre. El coyote no sabía o había olvidado el peligro que corría quien cruzara el bosque; con mayor razón si era una oveja.
El tintineo de las medallas del coyote puso en alerta al lince; el saco de lana blanca le hizo creer que de verdad se trataba de una oveja, y la forma tan educada de caminar del joven estudiante jamás le hizo pensar que era un coyote. Pero lo que más lo convenció al acercarse sigilosamente, fue la medalla más grande de las que colgaban del cuello del coyote: el premio a la mejor oveja de la generación.
Se dijo:
− ¡Qué suerte! ¡Hoy comeré sabroso!
En ese momento, el coyote se dio cuenta de que el lince lo seguía y echó a correr, pero las medallas eran tan pesadas que le impedían hacerlo con la suficiente rapidez. Además, el saco de lana era muy estorboso: le provocaba mucho calor y le restaba agilidad. Así pues, se descolgó las medallas y se quitó el saco. Mientras lo hacía, el lince lo alcanzó y le lanzó una tarascada con la que le arrancó una oreja.
El coyote comprendió que, para salvarse, debía desprenderse de todo lo que tuviera que ver con las ovejas y asumir su condición de coyote. Con un aullido de los que ya se le había olvidado hacer, le advirtió al lince con quién se enfrentaba.
El lince se quedó de una pieza y solo acertó a decir:
−Pero… pero…
Mientras el coyote escapaba, el otro se quedó pensando:
−No era una oveja –y saboreando todavía la oreja que le había arrancado, añadió−: pero yo le hubiera dado otra medalla; la de la oveja con el mejor sabor.
Así, el coyote entendió que no se debe exagerar ni en lo bueno ni en lo malo, y que nadie debe pretender ser lo que no es.










La rosa y el sapo


Había una vez una rosa roja muy hermosa y bella. Qué maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos.

Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordeno al sapo que se fuera de inmediato. El sapo muy obediente dijo: “Esta bien, si así lo quieres.”

Poco tiempo después el sapo paso por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces: “Vaya que te veo muy mal. ¿Qué te paso?”. La rosa contesto: “Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual”. El sapo sólo contestó, “Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín”.

Moraleja:

Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o simplemente que no nos “sirven” para nada. Todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.

Tradicionalmente la sociedad se ha dividido en clases, por lo que la pertenencia a uno u otro status socioeconómico daba pie a sentirse superior o inferior a otras personas. Lo cierto es que, aunque mirar por encima del hombro a alguien es bastante común aún en la actualidad, debemos de procurar sentirnos iguales y de la misma valía que los demás, ni más ni menos.

Conocer y potenciar nuestro valor es importante para sentirnos bien, equilibrados y relacionarnos de forma saludable. No somos ni más ni menos que los demás. El sentimiento de superioridad es un lastre de la misma magnitud que el sentimiento de inferioridad. Estos complejos son el sello de los inseguros.

Despreciar a alguien por creerse superior es signo de una autoestima inflada a base de incongruencias con uno mismo. Es una forma de sobrecompensar la aflicción que producen las carencias autopercibidas resaltando aquellas cualidades en las que se sobresale o se cree sobresalir.

A estas personas les caracteriza el hecho de creerse perfectos, ser rígidos en sus convicciones, enfadarse con facilidad, ser emocionalmente inestables, ser mentirosos (puesto que quieren mantener una imagen falsa de sí mismos), muy competitivos y rodearse de personas de menor estatus, inteligencia o capacidad, pues de esta forma se autoensalzan. Como consecuencia de esto adoptan actitudes prepotentes y arrogantes, como la de la rosa con el sapo.

De hecho, podríamos decir que el complejo de superioridad es la secuela de un complejo de inferioridad mal resuelto; además se suelen presentar por las mismas personas en circunstancias diferentes. Vemos que esto es bastante obvio, una persona que se perciba inferior en algún aspecto no tiene la necesidad de proclamarse superior, si en algo o por algo es hábil y valioso la realidad lo muestra de la forma adecuada.

Es especialmente importante contemplar esto porque todos, de forma absoluta, tenemos una labor que cumplir en esta vida para con los demás. Lo que no aprendamos con nuestro vecino no lo aprenderemos nunca con nadie porque cada uno, en su individualidad, es único e indispensable.

Por todo esto, es mejor ser sapo y contemplar nuestro alrededor realizando nuestras labores, estando tranquilos con nosotros mismos, facilitando y disfrutando de nuestra vida y de la de los demás. Ser bellos o no serlo, como la rosa, depende en gran medida de lo que aportemos y dejemos que los demás nos aporten.

Imagen cortesía de marchesini62



















EL SAMURÁI Y SU PERRO(Fábula japonesa)
Había una vez un samurai que solía tener la costumbre de pasear con su perro al cual tenía una gran estima.
Un día, su perro se alejó de él y jugueteaba con las hojas que caían de los árboles. Más grande fue la sorpresa del samurai, cuando de repente su perro se lanzó corriendo contra él con aire fiero y muchos deseos de morder.
El samurái, que estaba bien entrenado, desenvaino su espada y justo cuando el perro saltó le cortó la cabeza.
El samurai no entendió por qué de repente su fiel perro se puso en contra suya.
Entonces, elevó la cabeza y vio como una serpiente, que estaba en una rama, se estaba acercando peligrosamente a él. Cuando el samurai comprendió que lo que intentaba su perro era salvarle y no lastimarle, lloró amargamente.
Fue entonces cuando recordó una vieja enseñanza de su maestro:
“El sentido de una acción no siempre es fácil de interpretar. Por eso, antes de desenvainar tu espada, asegúrate que esa es tu única opción”.
















LA INCREÍBLE HISTORIA DE ELZA SOARES
Chico Buarque -que si algo desarrolló en su vida es una mirada- escribió una canción pensando en ella: “Para los que saben mirar, la flor es también una herida abierta”, dice en uno de sus versos. Lo cierto es que todo el mundo que conoció a Elza Soares o que alguna vez escuchó su canto, recuerda siempre las heridas de esta flor silvestre, fallecida en enero de 2022, a los 91 años.
Su historia es un drama: nació en una favela de Río y su padre la obligó a casarse a los 12 años con el vecino que la violaba. Tuvo -siempre con su victimario- cinco hijos, dos de los cuales murieron de hambre. El hambre, justamente, determinó su lanzamiento a la música, presentándose en un famoso concurso radial que buscaba nuevos talentos. Se vistió con lo que pudo, y cuando el presentador le preguntó, no sin sorna, de qué planeta venía, ella respondió con sabiduría maradoniana: “Del mismo que vos. Del Planeta Hambre”.
“Me puse un vestido de mi madre dos veces más grande que yo, que pesaba menos de 40 kilos, y me lo ajusté con alfileres. Parecía una bruja, estaba muy rara. Todo el público empezó a reírse de mí, y eso me dolió mucho, porque yo había ido allí a intentar ganar dinero para comprar comida para mis hijos”, declaró Elza años más tarde a la prensa.
Después de actuar en clubes nocturnos de Copacabana y a meses de enviudar, grabó su primer disco en 1960, con solo 21 años, sorprendiendo con una voz bien colocada y recursos técnicos como el scat, transpolado desde el jazz hacia el samba.
Elza Soares era ya una figura popular y Garrincha, un wing derecho endemoniado del Botafogo. Coincidieron en Chile, en el Mundial de 1962, el año en que fue elegido como el mejor jugador del Mundial.
Elza y Garrincha se sintieron espejados. Compartían el mismo origen de miseria y de artistas innatos. Empezaron a salir. Garrincha era casado, tenía siete hijos y abandonó a la familia. La opinión pública, rebosante de machismo, destrozó a Elza y lo más suave que le dijeron fue “rompe familias”.
La cantante sintió una extraña satisfacción: por primera vez estaba con alguien que ella había elegido. Pero la tragedia tomó otras formas: Garrincha se hundía en su alcoholismo, le pegaba, y encima Elza perdió a su madre en un accidente automovilístico en el que conducía el wing. Estuvieron juntos casi dos décadas. En un momento de la dictadura brasileña, la casa de la pareja fue ametrallada: Elza era una mujer que molestaba al poder, ya que no tenía miedo de denunciar el racismo y el machismo. Terminaron exiliados en Italia, donde fueron ayudados por Chico Buarque. Con el tiempo logró separarse de Garrincha y éste murió de cirrosis, pero antes, el hijo que tuvieron juntos, perdió la vida a los 9 años en un accidente de coche. La mujer conjuró tanto dolor como pudo y se entregó a las drogas, deambulando por Europa y Estados Unidos, deprimida.
Pero se rescató con arte y tuvo una nueva vida: la rodearon músicos electrónicos y cantó letras con mensajes de denuncia a la discriminación racista y sexual. Liberó su voz y comenzó a cantar como una felina, siempre en llamas. Rápidamente fue adorada por el colectivo LGTB y a intervenir fuerte en las redes sociales. Sacó discos y canciones que no ofrecen segundas lecturas, como por ejemplo, “Dios es mujer”.
Hace apenas un año, Elza Soares fue despedida por medio mundo: artistas, políticos y, sobre todo, los vulnerables del Brasil profundo que ven en ella una heroína del hondo bajo fondo. Murió -el destino tiene esas cosas- el mismo día que Garrincha, un 20 de enero. Entre cientos de mensajes, un desconsolado Jorge escribió: “Esta mujer hay que enseñarla en las escuelas”. Y una travesti de la Escola Mangueira tipeó: “Adiós dama con rostro de gato. Te fuiste como lo que sos: una guerrera del fin del mundo”.
(Fuente: Mariano Del Mazo, desde Buenos Aires).










Esta historia ,por conocida, no es menos impactante:
Un hombre se sentó en una estación de metro de Washington DC y comenzó a tocar violín, una fría mañana de enero; tocó seis piezas de Bach durante aproximadamente 45 minutos. Durante ese tiempo, ya que era hora de pico, se calcula que alrededor de 1,100 personas cruzaron la estación, su mayoría, en camino al trabajo.
Tres minutos se pasaron cuando un hombre de mediana edad notó al músico, ralentizado el paso y se detuvo por unos segundos, pero siguió después su recorrido para no llegar tarde.
Un minuto después, el violinista recibió su primer dólar, una señora tiró el dinero sin siquiera parar y siguió su camino.
Unos minutos después, alguien se detuvo a la pared para escucharlo, pero mirando el reloj reanudó la marcha. Estaba claramente atrasado para el trabajo
Quien prestó mayor atención fue un menido de 3 años. Mamá lo traía por la mano, apurada, pero el niño se detuvo para mirar al violinista. Por fin, mamá lo sacó con más fuerza y el niño siguió caminando, girando la cabeza varias veces para ver al violinista. Esta acción fue repetida por varios otros niños. Todos los padres, sin excepción, obligaron a los niños a continuar.
En los 45 minutos en que el músico tocó, sólo 6 personas pararon por un tiempo. Alrededor de 20 le dieron dinero pero continuaron en su paso normal. Tomó unos 32 dólares. Cuando dejó de tocar y el silencio se ocupó del lugar, nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió, ni hubo ningún tipo de reconocimiento.
Nadie sabía que este violinista era Joshua Bell, uno de los músicos más talentosos del mundo. Tocó algunas de las piezas más elaboradas una vez escritas en un violín de 3,5 millones de dólares.
Dos días antes de tocar el metro, Joshua Bell agotó un teatro en Boston, donde cada lugar costó un promedio de 100 dólares.
Esta es una historia real, Joshua Bell tocó incógnito en la estación de metro en un evento organizado por el Washington Post que formaba parte de una experiencia social sobre percepción, gustos y prioridades.
La pregunta era: en un lugar común, en una hora inapropiada somos capaces de percibir la belleza? Paramos para disfrutar? Reconocemos el talento en un contexto inesperado?
Una de las posibles conclusiones que se pueden sacar de esta experiencia puede ser: “Si no tenemos un momento para parar y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo tocar hermosa música, cuántas otras cosas estaremos perdiendo…?"











"NO DISCUTAS CON BURROS"


El burro le dijo al tigre:
- "El pasto es azul".
El tigre respondió:
- "No, el pasto es verde".
La discusión se calentó, y los dos decidieron someterlo a un arbitraje, y para ello concurrieron ante el león el Rey de la Selva.
Ya antes de llegar al claro del bosque, donde el león estaba sentado en su trono, el burro empezó a gritar:
- "Su Alteza, ¿es cierto que el pasto es azul?".
El león respondió:
- "Cierto, el pasto es azul".
El burro se apresuró y continuó:
- "El tigre no está de acuerdo conmigo y me contradice y molesta, por favor, castígalo".
El rey entonces declaró:
- "El tigre será castigado con 5 años de silencio".
El burro saltó alegremente y siguió su camino, contento y repitiendo:
- “El pasto es azul”...
El tigre aceptó su castigo, pero antes le preguntó al león:
- "Su Majestad, ¿por qué me ha castigado?, después de todo, el pasto es verde".
El león respondió:
- "De hecho, el pasto es verde".
El tigre preguntó:
- "Entonces, ¿por qué me castigas?".
El león respondió:
- "Eso no tiene nada que ver con la pregunta de si el pasto es azul o verde. El castigo se debe a que no es posible que una criatura valiente e inteligente como tú pierda tiempo discutiendo con un burro, y encima venga a molestarme a mí con esa pregunta".
La peor pérdida de tiempo es discutir con el Necio y Fanático al que no le importa la verdad o la realidad, sino sólo la victoria de sus creencias e ilusiones.
Jamás pierdas tiempo en discusiones que no tienen sentido... Hay personas que por muchas evidencias y pruebas que les presentemos, no están en la capacidad de comprender, y otras están cegadas por el Ego, el Odio y el Resentimiento, y lo único que desean es tener la razón aunque no la tengan.
¡Cuando la ignorancia grita, la inteligencia calla. Tu paz y tranquilidad no tienen precio!
◄ Proverbios 26:4 ►
No respondas al necio de acuerdo con
su necedad, para que no seas tú también
como él.
¡NO CAIGAS A SU NIVEL!






"Siempre quise saber lo que había detrás de la famosa frase de Facundo Cabral “No soy de aquí ni soy de allá...”, y cuando lo supe, amé esta historia que ahora les cuento:
Tiene tanto tiene qué ver con un sentimiento tan noble y tan poderoso como el amor: el perdón.
El padre de Facundo se fue de su casa antes de que éste naciera. Luego Sara, su madre, fue echada a la calle junto a sus pequeños hijos, y Facundo no tuvo un techo donde nacer, de ahí lo de “No soy de aquí ni soy de allá / no tengo edad ni porvenir / y (a pesar de todo) ser feliz / es mi color de identidad”.
Nació así en La Plata, y se crió en una de las barriadas más pobres de la urbe argentina, como presagio de lo que más adelante la montaña rusa de la vida le depararía: sinsabores, éxitos, fracasos, lucha, amores, desamores y mucho aprendizaje, como preparando al gran apóstol de la música latinoamericana para un camino que no detendría ni su absurda muerte un 9 de julio.
Una noche, tras terminar un concierto en una de las catedrales de la música de Buenos Aires, Facundo, con 46 años a cuestas, se llevó la sorpresa de su vida: en el pasillo lo esperaba su padre.
“Lo reconocí porque era igual a la foto que mi madre siempre había guardado, pero con el pelo cano y las huellas del tiempo reflejadas en su rostro y en sus manos. En el acto supe que era él, porque siempre vi esa foto en la repisa de la cama de mi madre”, contaba Cabral. “Mi padre era muy apuesto. Todo lo contrario a mí, era muy elegante. Ahora, muchísimos años después, estaba allí y me quedé congelado sin saber qué hacer”.
Este era el primer encuentro con su padre. ¿Se imaginan la tormenta de emociones, pensamientos y nerviosismo que azotaban dentro de aquel hombre que paseaba su música por el mundo pregonando la paz, el perdón y el amor? Entonces, ¿qué hacer?
Un día Cabral dijo sobre su padre: “Agotó todo el odio que había acumulado en mí; lo odié tanto y tan profundamente porque había dejado sola a mi madre con siete hijos. Aprendimos todos a tener el cielo por techo y la lucha por sobrevivir se volvió prioridad para los ocho. Murieron cuatro de hambre y frío. Tres sobrevivimos de milagro”.
Ahora, su padre estaba frente a él, y sentía tener todo el derecho de decirle lo que su corazón guardaba. El rencor es un sentimiento tan fuerte como el perdón y Facundo sintió muchas veces que su memoria le alejaría para siempre de aquel hombre. En ese momento, el recuerdo de las palabras de su madre retumbó en su cabeza y en su corazón:
“Vos que caminás tanto, algún día te vas a encontrar con tu padre. ¡No cometas el error de juzgarlo! Recuerda el mandamiento: honrarás al padre y a la madre. Segundo, ese hombre que vas a tener enfrente, es el ser que más amó, más ama y más amará tu madre. Tercero, lo que corresponde es que le des un abrazo y las gracias, porque por él estás gozando las maravillas de Dios en este mundo por el que caminas. La vida que tanto amas no sólo te la dio tu madre, también se la debes a tu padre. No lo olvides”.
El desenlace de este encuentro lo cuenta el mismo Facundo: “Por eso cuando vi a mi padre nos acercamos, nos abrazamos y fuimos grandes amigos hasta el final de sus días. Aquella vez me liberé y dije: ‘Mi Dios, qué maravilloso es vivir sin odio’. Me costó años perdonar y pude hacerlo en un segundo. Y me sentí tan bien”.
El perdón es tan noble y poderoso como el amor.


Texto: Facundo Cabral.









Mamá Ines.


No recuerda Benito, otro pecho más que el de Inés, que generoso y abundante saciaba el apetito mientras rozaba sus mofletes de niño bien alimentado.
Sus dedos asperos pero que expulsaban tristezas y dolores, que curaban raspones y limpiaban sus mocos de niño inquieto.
Benito no guarda en sus retinas, otro rostro que no sea el de Inés, cada noche arropandolo del frío invierno, solo su voz por las mañanas, mientras aún adormilado, le ponía en la mesa de la cocina su taza humeante de chocolate, sus pastelitos de membrillo bien calientes, mientras lo retaba porque sin importar quemarse la lengua, se los devoraba con gula.
Benito crecía prendido al delantal de mamá Inés, apuchereaba su carita cuando su otra madre, la que lo había parido, lo mostraba como trofeo a sus amistades, Benito sabía que solo era para aumentar su ego entre la gente "como uno" el problema era que Benito se negaba a ser uno de ellos.
Mama Inés siempre existió desde su uso de razón, desde su primer diente, desde su llanto en la escuela, cuando la nena que le gustaba le daba la espalda y él volvía llorando, Inés y su delantal limpiaban lágrimas y como siempre mocos chorreando.
El.tiempo cruel e imparable, vistio de viejita desdentada a Inés, hizo un hombre de Benito, se mudó lejos un día cualquiera, nada quiso llevarse nada de nada, solo pidió que Ines se fuera con él.
El adiós llegó un día atenazando de dolor su garganta apretando el llanto.
Entonces su vieja nana dijo aquellas palabras.
" llore, mijo llore siempre que le haga falta, que el dolor busca la salida en las lagrimas, como el mar necesita de arena para borrar las tristezas"
Hombre grande don Benito, cada nueve de noviembre charla en una tumba vieja, y cuenta sus penas y alegrías a la eterna mamá Ines.
GRACIELA ACTIS
.
ARGENTINA.
21/01/ 2023




























Czeslawa Kwoka


Czeslawa Kwoka Católica polaca, 14 años.
Murió en el campo de exterminio de Auschwitz el 18 de febrero de 1943 con una inyección de fenol en el corazón.
Poco antes de la ejecución, fue fotografiada por el prisionero Whilem Brasse, quien declaró contra el verdugo de Czeslawa, una mujer que, antes de la foto, la golpeó en la cara, como lo demuestra el hematoma en el labio.
Solo vemos el rostro de una niña aterrorizada que ni siquiera hablaba su idioma y que había perdido a su madre unos días antes. Fue uno de los 250.000 niños y menores ejecutados en Auschwitz-Birkenau.
La foto, originalmente en blanco y negro en el Memorial Oświęcim, fue coloreada por la fotógrafa profesional brasileña Anna Amaral, quien quedó impresionada con la foto de Czeslawa y decidió ponerla en color y estar disponible para todos.
Para que todo el mundo sepa y nadie olvide.








La taza de café


Vas caminando con tu taza de café y de repente alguien pasa, te empuja y hace que se te derrame el café por todas partes.

- ¿Por qué se te derramó el café?
- Porque alguien me empujó.
Respuesta equivocada.
Derramaste el café porque eso tenías en la taza, si hubiera sido té... hubieras derramado té.
Lo que tengas en la taza es lo que se va a derramar.
Igual pasa cuando la vida te sacude (que seguro pasará)
Lo que sea que tengas dentro de ti , eso vas a derramar, de lo que vas lleno es lo que saldrá de ti y salpicara a todos.

Puedes ir por la vida fingiendo que tu taza está llena de virtudes... pero cuando la vida te empuje, vas a derramar lo que en realidad tengas en tu interior.
Eventualmente sale la verdad a la luz, así que habrá que preguntarse a uno mismo:
¿ qué hay en mi taza?
Cuando la vida te empuje... ¿Qué voy a derramar? Amor, gozo, paz, humildad, paciencia, Fe, templanza o amargura, maldiciones, malos pensamientos, miedos, ¿palabras duras?
Trabaja para llenar tu taza con gratitud, generosidad, amor, cosas buenas.
Porque de lo que está llena tu taza... eso saldrá cuando la vida te sacuda.
web

 





No es fácil envejecer con gracia. Hay que adaptarse a la nueva cara...nueva piel...la aparición de nuevos surcos. Hay que dejar ir la juventud sin mortificarla con una nueva edad que no te pertenece.
Es necesario hacer la paz con el aliento más corto...con la lentitud después de los excesos...con las arrugas...con las arterias...con los cabellos blancos que de repente toman el lugar de los grillos en la cabeza.
Hay que hacerse nuevos y amarse en una nueva era...reinventarse...seguir siendo curiosos...reír y cepillándose los dientes para hacerlos brillar como minúsculas cargas de pólvora. Hay que cultivar la ironía...acordarse de equivocar el camino...elegir con cuidado a otros humanos...alejarse de sí mismos...volver...cantar...estar desnudos con orgullo...envejecer como si fuera vino perfumado y hacer disfrutar el paladar...sin que uno se acostumbre a los bostezos...hay que caminar recto...saber llevar las cadenas... hablar en otras lenguas...detestarse con moderación. No es fácil envejecer...pero la
alternativa sería morir...y yo todavía tengo muchas cosas que aprender y vivir...."
* Cecilia Resio *

Cecilia Resio





A los 40 años, Franz Kafka (1883-1924), que nunca se casó y no tuvo hijos, caminó por el parque de Berlín cuando conoció a una niña que lloraba porque había perdido su muñeca favorita. Ella y Kafka buscaron la muñeca sin éxito.
Kafka le dijo que se encontrara con él allí al día siguiente y que volverían a buscarla.
Al día siguiente, cuando aún no habían encontrado la muñeca, Kafka le dio a la niña una carta "escrita" por la muñeca diciendo "por favor no llores. Hice un viaje para ver el mundo. Te escribiré sobre mis aventuras. "


 


Así comenzó una historia que continuó hasta el final de la vida de Kafka.
Durante sus reuniones, Kafka leyó las cartas de la muñeca cuidadosamente escritas con aventuras y conversaciones que la chica encontró adorable.
Finalmente, Kafka trajo de vuelta la muñeca (compró una) que había regresado a Berlín.
"No se parece a mi muñeca en absoluto", dijo la chica.
Kafka le entregó otra carta en la que la muñeca escribió: "mis viajes me han cambiado. "la niña abrazó a la nueva muñeca y la trajo feliz a casa.
Un año después Kafka murió.
Muchos años después, la niña ahora adulta encontró una carta dentro de la muñeca. En la pequeña carta firmada por Kafka estaba escrita:
"Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final, el amor volverá de otra manera. "




UNA BARRA DE PAN:

Todas las mañanas, ya fuera en primavera, verano, otoño e invierno, se juntaban en aquella panadería; apenas cruzaban palabras, una simple sonrisa era el indicador de que algo se removía por dentro. Unos minutos escasos, un corto espacio de tiempo, que a ellos les parecía suficiente; no intentaban buscar más, el brillo de sus ojos, sustituía a las palabras. De vez en cuando un " buenos días " o un " hasta luego " y apresurados a esperar un nuevo día; así, transcurrían sus vidas, con la ilusión y la esperanza de volver a encontrarse. Una mañana, como todos los días, sus miradas volvieron a coincidir, pero esta vez, las mantuvieron más de lo acostumbrado y en ese lapsus de tiempo, ambos alargaron las manos para coger el pan, pero el uno por el otro, no acertaron a sostener la barra y esta cayó al suelo partiéndose en dos; ruborizados se apresuraron a recogerla intentando volver a unirla, al juntar las dos partes, sus manos se rozaron y un hormigueo recorrió sus cuerpos, se miraron y repentinamente soltaron la barra de pan viendo que esta volvía a estar intacta. No, nunca hubo dos mitades, eso fue, lo que ellos creyeron ver; eso fue el destino que a veces, nos echa una mano, nos da ese empujón que nos falta para atrevernos; quizás con una simple barra de pan.





Fernando Marcén Letosa




Que no quieres, ya querrás




Tengo un amigo que siempre dice eso, casi siempre refiriéndose a todo lo que parece difícil en el tema del ligoteo.




Es decir, viene por ahí la tía esa maravillosa que ni te mira, pero él va y habla con ella, inicia un acercamiento, seguro que pasa de él pero lo intenta. Y vuelve y nos dice: no quiere, pero ya querrá.




Así sigue por un tiempo, conociendo a la muchacha, sus gustos, sus aficiones y él sin moverse del sitio, aparece con esos dos bombones perfectos porque sabe que le gusta el chocolate a rabiar, o con el libro de entrenamiento intensivo ya que también le contó que iba a un gym muy pro.




Y vuelve y nos dice: no quiere, pero ya querrá.




La perseverancia hecha poesía amorosa, él continúa y continúa hasta que un día las barreras de aquella mujer caen y por encima de que no sea precisamente uno de esos adonis que ella acostumbra a llevar del brazo, consigue una cita. Así sin mucho más.




Cayó en la red de la escucha y la constancia de una persona que no deja las cosas porque le parezcan difíciles.




Y yo te pregunto, ¿qué tipo de persona eres tú? ¿eres de las que dejan las cosas porque le parecen complicadas? Yo tengo ganas de aplicarme lo de mi amigo, y cuando quiera algo voy a lanzarme a por ello, pasito a pasito, hacia mi objetivo.








Las Guerras Mienten.


Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: <Yo mato para robar>.
Las guerras siempre invocan nobles motivos, matan en nombre de la paz, en nombre de dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia y si por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero.
En Rey Lear, Shakespeare había escrito que <en este mundo los locos conducen a los ciegos>
y cuatro siglos después, los amos del mundo son locos enamorados de la muerte que han convertido al mundo en un lugar donde cada minuto mueren de hambre o de enfermedad curable 10 niños y cada minuto se gastan 3 millones de dólares, tres millones de dolares por minuto en la industria militar que es una fábrica de muerte.
Las armas exigen guerras y las guerras exigen armas y los cinco países que manejan las naciones unidas, los que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas resultan ser también los cinco principales productores de armas.
Uno se pregunta:
¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo la paz del mundo estará en manos de los que hacen el negocio de la guerra?
¿Hasta cuándo? seguiremos creyendo que hemos nacido para el exterminio mutuo y que el exterminio mutuo es nuestro destino?
¿Hasta cuándo?
Eduardo Galeano













La Carga




Hace un tiempo me puse a observar detenidamente la vida de las hormigas, y confieso que quedé asombrado al verlas trabajar con tanto orden y empeño.
Pero una hormiga en particular atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba como carga una pajita que era seis veces más larga que ella misma.
Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero profunda, formada entre dos grandes piedras.
Probó cruzar de una manera y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano; hasta que por fin la hormiguita hizo lo insólito.



Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en un borde y otro de la grieta, y así se construyó su propio puente, sobre el cual pudo atravesar el abismo.
Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.
La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje.
De no haber tenido esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su camino…


¿Cuántas veces nos quejamos por los problemas, las cargas y las pruebas que debemos soportar?


Pero sin darnos cuenta, esas mismas cargas -bien colocadas- pueden convertirse en puentes y peldaños que nos ayudan a triunfar.
Una deficiencia cardíaca hizo de un médico un famoso cardiólogo; el impedimento físico convirtió al joven en un gran escritor; la timidez del estudiante lo llevó a ser un destacado investigador.


¿Cuántos otros ejemplos podríamos mencionar?; todos para mostrar la misma verdad.


Con frecuencia debemos padecer males para disfrutar luego de los bienes mayores; que debemos llevar con valor nuestras cargas para luego convertirlas en puentes de éxito y prosperidad.
¿Estás soportando en este momento algún problema o adversidad?


Recuerda que nada conseguirás quejándote o angustiándote. Distribuye y coloca tu carga, tiende puentes hacía el triunfo, sé feliz!!!







El perro y el conejo




Un señor le compró un conejo a sus hijos. A su vez, los hijos del vecino le pidieron una mascota a su padre. El hombre compró un cachorro Pastor Alemán. El vecino exclamó:- ¡Pero él se comerá a mi conejo!
- De ninguna manera, mi pastor es cachorro. Crecerán juntos, y serán amigos. Yo entiendo mucho de animales. No habrá problemas.
Y parece que el dueño tenía razón. El perro y el conejo crecieron juntos y se hicieron amigos. Era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés.
Un viernes, el dueño del conejo se fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia. El domingo en la tarde el dueño del perro y su familia tomaban una merienda, cuando entró el perro a la cocina. Traía al conejo entre los dientes, sucio de sangre y tierra, y además muerto. Casi matan al perro de tanto agredirlo. Dijo el hombre:
- El vecino tenía razón, ¿Y ahora qué haremos?
La primer reacción fue echar al animal de la casa como castigo, además de los golpes que ya le habían dado. En unas horas los vecinos iban a llegar. Todos se miraban, mientras el perro afuera lamía sus heridas. Uno de ellos tuvo la siguiente idea:
- Bañemos al conejo, lo dejamos bien limpiecito, después lo secamos con el secador y lo ponemos en su casita en el patio.
Así lo hicieron; hasta perfume le pusieron al animalito. ¡Quedó lindo! “parecía vivo”, decían los niños, y allá lo pusieron, con las patitas cruzadas como si estuviese durmiendo. Luego al llegar los vecinos se sintieron los gritos de los niños. No pasaron cinco minutos cuando el dueño del conejo vino a tocar a la puerta, algo extrañado.
- ¿Qué pasó?, le dijo su vecino.
- El conejo había muerto… no entiendo como apareció aquí nuevamente.
- ¿Murió?, dijo asombrado el dueño del perro.
- Sí, murió el viernes.
- ¿Murió el viernes?
- Sí, fue antes de que viajáramos. Los niños lo habían enterrado en el fondo del patio…
El gran personaje de ésta historia es el perro. Imagínate al pobrecito, desde el viernes buscando en vano a su amigo. Después de mucho olfatear, descubrió el cuerpo enterrado. ¿Qué hace él? Probablemente con el corazón partido, desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños, imaginando poder resucitarlo.
El hombre tiene la tendencia a juzgar anticipadamente los acontecimientos sin verificar lo que ocurrió realmente. ¿Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas de las situaciones y nos creemos dueños de la verdad?
Pensemos bien antes de juzgar las acciones de los demás y de emitir juicios sobre las situaciones, pero no dudemos en someter a un severo juicio a nuestros propios pensamientos y actitudes.
“La gente puede dudar de lo que tú dices, pero siempre creerá en lo que tú haces”
















La importancia de la amistad


Hay preguntas tan fáciles que a veces no se como responder, porque me faltan palabras. O quizá me sobren....
Un día me encontré con el mar, y nos quedamos charlando.
Le pregunté sobre mi duda, pero él seguía en lo suyo, yendo y viniendo.
Cuando me alejé de él, para volver a la vida de cada día, los ecos de nuestro encuentro resonaban en mi corazón.
Me volví hacia donde estaba, y sus palabras se grabaron en mí:
“Necesito ser transparente, me decía, porque quiero que disfrutéis de mi fondo. Las maravillas que hay dentro de mí, son para vosotros.
Por eso cuando aparece la basura, me tapa, me oculta, no soy yo.
Necesito las rocas, quiero chocar contra ellas, quiero que me devuelvan a donde vengo, pero distinto. Con cuanta más fuerza, mejor.
Luego mis aguas se remansan mucho más tiempo y llegan más lejos.
Y qué me dices de la brisa, parece que no se nota, pero está ahí.
Es la caricia de mis aguas, es la que me hace ser diferente cada día aunque mis aguas lleguen siempre al mismo sitio.
La brisa me hace sentir cada momento como una oportunidad nueva.
Cada una de mis pequeñas olitas que ves a lo lejos, es la sonrisa de sentirla cerca.
Por último está la playa. Ahora soy yo quien acaricio.
Me llevo pequeños recuerdos y ella también hace sus hoyos para quedarse con alguna parte de mí. Y nos mezclamos.
Cada vez que caigo en ella, parece que allí me quiere atrapar, pero siempre me suelta… Cada una seguimos nuestros caminos y mientras ella parece inmóvil, yo me llevo alguna de sus arenas a lo largo del mundo.
Mira el horizonte allí te está esperando siempre un nuevo día, un nuevo amigo, una nueva vida”.










Vivir sin luchar

..Vive el momento, en tu mente y en tu cuerpo, apreciando lo que tienes y sin ansiedad. Deja de preguntarte constantemente qué es lo mejor que puedes hacer. No pienses en qué pasaría si hicieras tal o cual cosa, ni en tus objetivos para el futuro, y concéntrate en el momento presente. Vive aquí y ahora, ya que si te dedicas a pensar en que quieres estar en otro lugar, echarás a perder los preciosos instantes presentes. El sabio tiene la buena costumbre se sum...ergirse por completo en el “ahora” de cada momento de su vida.
…Abandona las exigencias y el convencimiento de que no puedes ser feliz porque, supuestamente, te falta algo en la vida. Insistir en que necesitas lo que no tienes es una actitud malsana. Es necesario que la modifiques y pienses que estás bien sin lo que crees que necesitas. Así podrás darte cuenta de que ya tienes todo lo que necesitas para ser feliz y estar en paz y satisfecho, aquí y ahora.
Un día tu vida pasará frente a tus ojos...

  …Empieza por hacerte consciente de las situaciones en las que no vives el momento porque te estás esforzando en cumplir o conseguir algo con vistas a un beneficio futuro. Puede que no te des cuenta de la cantidad de veces que dedicas tus energías a intentar todo tipo de cosas creyendo que, una vez logradas, tendrás por fin tiempo para hacer lo que de verdad quieres. Esta es una costumbre de lo más perniciosa que hace que muchos de nosotros no tomemos la decisión (o la aplacemos indefinidamente) de dejar de vivir en lucha perpetua. Es algo de lo que es difícil darse cuenta. Las ocasiones en que te apremien tus obligaciones familiares o profesionales, quitándote tiempo libre, podrían ayudarte a ver el problemaHaz que valga la pena mirarla

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