Cuenta la leyenda que un día de primavera un viajero descansaba tranquilamente a la orilla del camino, bajo la sombra de un árbol.
Mirando la naturaleza que lo rodeaba, observó como una oruga de una crisálida de mariposa intentaba abrirse paso a través de una pequeña abertura aparecida en el capullo.
Estuvo largo rato contemplando como la mariposa iba esforzándose en salir del capullo hasta que de repente, pareció detenerse.
Tal vez la mariposa, pensó aquel hombre, había llegado al límite de sus fuerzas y no conseguiría ir más lejos así que, decidido a ayudar a la mariposa, tomo unas tijeras de su mochila y ensanchó el orificio del capullo.
De esta forma la mariposa salió fácilmente, su cuerpo estaba blanquecino. Era pequeño y tenía las alas aplastadas. El hombre preocupado, continuó observándola, esperando que en cualquier momento la mariposa abriría sus alas, las estiraría y echaría a volar. Pasó el tiempo y nada de esto sucedió.
Vio como se esforzaba para poder sacar su cuerpo a través del pequeño orificio. Hubo un momento en que parecía que no progresaba en su intento.
La mariposa nunca voló y las pocas horas que sobrevivió, las pasó arrastrando lastimosamente su cuerpo débil y las alas encogidas hasta que finalmente murió.
Aquel caminante, cargado de buenas intenciones, con voluntad de ayudar, y evitar el sufrimiento a la mariposa, no comprendió que el esfuerzo de aquel insecto, para abrirse camino a través del capullo y facilitarle su salida era absolutamente vital y necesario, pues esa era precisamente la manera en la que la naturaleza forzaba a los 29 fluidos de su cuerpo, para llegar hacia las alas a fin de que fueran grandes y fuertes, y estuvieran listas para volar una vez habiendo salido del exterior.
La libertad y el volar solo pueden llegar, después de la lucha. Al privar a la mariposa de su lucha, también la privó de su proceso de transformación, de su vuelo y de su libertad.
REFLEXIÓN: Es el tiempo el que hace que los procesos y experiencias de cada ser siga las pautas del propósito de vida.
Es tiempo de que cada cual, cada quien se responsabilice de sí mismo. Porque nadie puede caminar en los zapatos de otro; hay un tiempo de crecimiento para todos.
En ocasiones intentar ayudar, se convierte más en un obstáculo que en una solución. Dejar al prójimo crecer, aprender, transformarse como la oruga en mariposa.
Esta es una de las metáforas más acertadas para hablar de resiliencia.
LA VIDA TIENE UN PROPOSITO MAYOR DE LO QUE APARENTEMENTE PARECE SER.
LA NATURALEZA ES SABIA. NO LIMITES A LOS DEMAS NI A TI MISMO, TU VALIOSO E INMENSO POTENCIAL.
QUE CADA ACTO SEA GUIADO CON AMOR, TIEMPO Y ESFUERZO, EN CRECIMIENTO Y EVOLUCION
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