Muchos conocen a este recipiente como garrafa de cristal o botellón con mimbre pero que lo llamemos damajuana es una cosa menos conocida y que tiene todo el sentido del mundo pese a que algunos solo lo consideren leyenda o creencia popular.
Allá por el siglo XVI, en uno de sus viajes, la Reina Juana I de Nápoles tuvo que parar en la localidad francesa de Grasse, en los Alpes, debido a una enorme tormenta que estaba cayendo. Fue a guarecerse de la torrencial lluvia en la casa de un maestro vidriero y, allí, probablemente para matar el tiempo se interesó por el proceso de creación de las botellas y el soplado de estas.
El artesano, viéndose halagado por el interés de la soberana, hizo una botella de enormes proporciones soplando y soplando hasta conseguir algo parecido a lo que hoy conocemos. El resultado y en honor a la monarca, fue llamado Reine Jeanne, pero la reina decidió para restar importancia llamarlo Dame Jeanne.
Existe otra "leyenda" que tiene que ver con marineros borrachos y señoras de peso, pero hoy en día sería considerada sexista y vejatoria así que la obviaremos para no ofender a nadie. Sobre todo, teniendo en cuenta que no está contrastada por los historiadores.
cierto es que la damajuana se convirtió en uno de los recipientes más importantes en esa época para transportar y almacenar líquidos, principalmente, vino. A fin de poder asirlas bien se las forraba de mimbre o esparto lo cual también servía para mantener la bebida a mejor temperatura mojándola con agua fresca de manantial.
Muchas de esas damajuanas eran heredadas por más de una generación y, pequeñas bodegas cuando no tenían más sitio en el interior de esta y la sacaban a la intemperie del exterior y, ciertos vinos se convirtieron en oxidativos a causa del sol del día y la humedad de la noche. Este proceso se le llamó sol y serena y hoy en día se sigue usando en muchos procesos buscados, especialmente para vinos rancios.
Por su tamaño, las damajuanas, eran ideales para los vinos a granel que la gente y hasta no hace mucho se llevaba a casa para su consumo personal. Mas tarde, el plástico se hizo con el mercado y, el granel pasó a embotellado convencional. Pero, hay algunas bodegas, en la actualidad, que aun siguen comercializando su vino en pequeñas damajuanas de 5 litros para ser más sostenibles y abaratar costes. Y aunque no lo creamos, funciona.
Hoy son solo piezas de museo, decoración o artesanía.
Aunque en algunos lugares donde se les conserva se le sigue dando el uso original.
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