Cuando te amas a ti mismo, cuando valoras lo que eres, cuando agradeces lo que tienes, cuando adoras realmente el regalo de estar vivo, es posible dar amor hasta de sobra, incluso sin necesidad de recibir lo mismo. Es posible darlo todo, sin salir perjudicado ni tampoco herido. Para el que se ama a sí mismo, cada minuto de vida, es una oportunidad irrepetible. El que se ama a sí mismo, comprende que no vale la pena amargar su vida ni por un instante ante cualquier cosa que haya sucedido. Entonces ve sus días de otra manera. Si le quitan, si le dañan, si le traicionan, quizá puedan herirle brevemente, pero nunca le derrumbarán ni se verá caído, porque sabe lo que es, porque sabe lo que vale, porque no necesita de la aprobación ni del aplauso de nadie para sentirse especial, amado y querido. El que se ama a sí mismo, ama tanto la vida, que rápidamente toma las decisiones adecuadas que le llevan a corregir su camino. No conserva miedos, ni rencores, ni revanchas, ni prejuicios, porque, el que se ama a sí mismo, comprende que no existe nada más valioso que la Paz interior, esa que mantiene su corazón encendido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario