s谩bado, 10 de febrero de 2024

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Deshacer la casa de tus padres es el siguiente escal贸n a enterrarlos, un duro trago que se hace con una mezcla de ternura, emoci贸n y tristeza infinita.
Es rescatar recuerdos, encontrar peque帽os tesoros que no recordabas o que ni siquiera sab铆as que exist铆an.
Te sientes como un ladr贸n abriendo cajones cerrados con llave, como un intruso que husmea en intimidades ajenas.
Encuentras tu propio pasado, recuerdos de infancia, la tuya, la de tus padres, incluso la de tus abuelos, mezclados con trazas de tus propios hijos, fotos, dibujos “para la mejor abuela”, tarjetas…. Podr铆as pasar d铆as, semanas, quieres terminar de organizarlo pero tambi茅n quieres que nunca acabe, que contin煤e como met谩fora de aquel primer cord贸n umbilical, como esa 煤ltima oportunidad de sentir su olor, todav铆a en los armarios llenos de sus ropas.
En una de esos ratos de l谩grimas y de sonrisas, encontr茅 los botones de mi madre, un enorme regalo para la imaginaci贸n y la reflexi贸n. He pasado dos tardes clasific谩ndolos, mir谩ndolos, casi mim谩ndolos y al final dejando plasmada su existencia en esta foto como un homenaje a la mujer excepcional a muchos niveles que fue mi madre.
Pero muchos de sus atributos son comunes a una generaci贸n de mujeres, aquellas que fueron ni帽as de la guerra y la posguerra pasando hambre y miedo, adolescentes y j贸venes con una educaci贸n limitada (“ser m茅dico es de hombres”), mujeres siempre a la sombra y tutela primero de padres y luego de maridos (la generaci贸n que ni siquiera pod铆a abrir una cuenta en el banco o tener una propiedad si no era con un var贸n) pero excelentes economistas que eran capaces de ahorrar, de dirigir familias numerosas, fant谩sticas cocineras, cuidadoras dedicadas, maestras de vida.
Mujeres que individualmente no han hecho historia pero que como generaci贸n trabajaron para levantar un pa铆s en ruinas y para que sus hijos fu茅ramos mejores y tuvi茅ramos m谩s que ellas mismas. Unas luchadoras.
Los botones de mi madre me han contado muchas cosas; he encontrado el pasado familiar en formas varias y materiales diversos: cuero, n谩car, metal, madera, pl谩stico….; leo historias en botones de los a帽os 50 que reconozco en una foto amarillenta de mi abuela, los de las trenzas infantiles, ropa de fiesta, de batas de estar en casa, los del uniforme de gala de ingeniero agr贸nomo de mi padre, de las camisas de los babis del colegio, botones min煤sculos de ropitas de beb茅, botones forrados…hay cientos de botones, algunos preciosos, otros horribles.
Resulta que en mi casa nunca se tiraba un bot贸n, cuando una prenda se jubilaba, se guardaban los botones y se hac铆a trapos con la tela. Un eterno “por si acaso” y un constante “esto ha costado dinero”.
Y en estos cientos de botones leo el salto generacional e intuyo c贸mo hemos cambiado y quiz谩s, lo que hemos perdido.
Lo que no s茅 es cuantos botones faltan, cuantos realmente fueron de utilidad, cuales se injertaron en otra prenda; la bolsa solo tiene los que nunca llegaron a ver m谩s vida que la foto en la que ahora quedan inmortalizados. Y es que al final, la vida quiz谩s sea solo eso, una enorme bolsa de botones.....


Cr茅dito:  M贸nica Lalanda   

 

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