
Cuando el sultán Scharir descubrió que su mujer le era infiel con uno de sus sirvientes ordenó degollarla a ella y a todos sus esclavos. Acto seguido por despecho, mandó a su visir que cada noche se le entregara una joven virgen, que sería degollada a la mañana siguiente por orden suya, los hombres del reino empezaron a huir con las hijas que les quedaban.
Una tarde como de costumbre, el sultán ordenó a su visir que le trajera otra joven, pero el visir por más que buscó no encontró ninguna. Regresó a su casa afligido temiendo ser el mismo degollado sí no cumplía las órdenes del sultán, así que la hija mayor del visir, Sherezade, al ver a su padre tan preocupado le pidió que la llevara ante el sultán.
La bella Sherezade había leído todos los libros y leyendas y poseía el don de encandilar con su voz y sus gestos, pero también tenía un plan para salvarse ella y todas las jóvenes del reino. Y así la noche que Sherezade estuvo con el sultán, esta le pidió como último deseo narrarle un cuento a su hermana Dunyazad, que se encontraba muy triste por ser la última noche que pasaría con ella. Pero Sherezade antes del alba interrumpió el relato y le pidió al sultán continuar con la narración al día siguiente, pues se encontraba muy cansada. El sultán acepto, ya que le había subyugado tanto el relato que deseaba oír el final y le concedió algunas noches más. Con esta argucia Sherezade logró intercambiar una noche de su vida por un cuento, hasta completar mil y una noches. Así pasaron mil y una noches de relatos, donde nacieron historias como: "Aladino", "Simbad el marino", "Alí Babá y los cuarenta ladrones" y "El ladrón de Bagdad" entre otras.
Cuando llegó la noche mil y una, Sherezade le pidió al sultán que le perdonara la vida, cuentan que el sultán lo hizo, ya que en esas mil y una noches había quedado prendado de los encantos y la elocuencia de Sherezade, se dice que el sultán se casó con Sherezade y vivió con ella hasta el final de sus días.
Desde entonces la tradición nos habla de que Sherezade es la narradora principal de los relatos árabes titulados: "Cuentos de las mil y una noches".
El Club de lectura
Cuento de Juan Rulfo, se relata la penosa travesía de un padre que, durante la noche, carga a su hijo Ignacio, gravemente herido, en busca de un pueblo llamado Tonaya donde esperan encontrar ayuda. A lo largo del camino, el padre dialoga con su hijo, instándolo a escuchar y a buscar señales que indiquen la cercanía del pueblo. Mientras avanzan, se entretejen los recuerdos y los reproches, dibujando un profundo retrato de su relación y revelando las tensiones y el amor que subyacen en su vínculo. La obra explora temas como la esperanza, el sacrificio y la complejidad de las relaciones paternofiliales.
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Es un relato fascinante de explotación artística, engaño y eventual reivindicación que cautivó al público e inspiró la película de Tim Burton de 2014, "Big Eyes". El estilo distintivo de Margaret, caracterizado por retratos de sujetos con ojos inusualmente grandes y expresivos, se convirtió en un fenómeno cultural en los años 60. Sin embargo, la verdadera artista detrás de estas obras permaneció oculta durante años debido a las afirmaciones fraudulentas de su esposo Walter Keane.
El viaje de Margaret comenzó de manera inocente. Se casó con Walter Keane en 1955, creyendo que era un compañero artista que admiraba y apoyaba su trabajo. Walter, un vendedor carismático, reconoció el potencial comercial del estilo único de Margaret y comenzó a vender sus pinturas. Sin embargo, sin que Margaret lo supiera, empezó a atribuirse el mérito de las obras.
A medida que la popularidad de las pinturas de "ojos grandes" crecía, el engaño de Walter se profundizaba. Se convirtió en una celebridad en el mundo del arte, apareciendo en programas de entrevistas y revistas, siempre atribuyéndose el mérito de las creaciones de Margaret. Mientras tanto, Margaret continuaba pintando en relativa oscuridad, creyendo que permitir que Walter se llevara el crédito era necesario para su éxito financiero.
La situación se complicó aún más por el comportamiento emocionalmente abusivo de Walter. Manipuló a Margaret para que guardara silencio, convenciéndola de que revelar la verdad los arruinaría a ambos. Este control psicológico, junto con las expectativas sociales de la época que a menudo menospreciaban los logros de las mujeres, impidió que Margaret hablara durante años.
Sin embargo, el peso de la mentira y el deseo de reconocimiento de su propio talento eventualmente se volvieron demasiado para Margaret. En 1970, tomó la valiente decisión de reclamar públicamente la autoría de su trabajo. Esta revelación conmocionó al mundo del arte y llevó a una amarga batalla legal con Walter, quien negó vehementemente sus afirmaciones.
La demanda por difamación que siguió se convirtió en una de las más inusuales en la historia del arte. Para probar su caso, Margaret propuso una competencia de pintura en la sala del tribunal. Produjo confiadamente una pintura en su estilo característico ante los ojos de los jurados, mientras que Walter se negó a pintar, alegando un dolor en el hombro. Esta dramática demostración, junto con otras pruebas, convenció al jurado de la veracidad de Margaret.
El tribunal falló a favor de Margaret, otorgándole $4 millones en daños y perjuicios. Este veredicto no fue solo una victoria personal para Margaret, sino también un momento significativo en el reconocimiento de las mujeres artistas que a menudo habían sido opacadas o explotadas a lo largo de la historia del arte.
Desafortunadamente, la victoria legal de Margaret no se tradujo en compensación financiera. Walter Keane, que había vivido lujosamente de los ingresos del trabajo de Margaret durante años, había dilapidado toda la fortuna. A pesar de este revés, Margaret encontró consuelo en finalmente recibir el crédito por su arte y en la libertad de crear abiertamente bajo su propio nombre.
La historia de Margaret Keane resuena más allá del mundo del arte. Habla de cuestiones de derechos de propiedad intelectual, dinámicas de género en campos creativos y el impacto psicológico del engaño a largo plazo. Su experiencia destaca los desafíos que enfrentan las mujeres artistas para obtener reconocimiento y la importancia de defender el propio trabajo y la identidad.
En los años siguientes al juicio, Margaret continuó pintando y ganó un nuevo nivel de respeto en la comunidad artística. La película "Big Eyes" llevó su historia a un público más amplio, despertando un renovado interés en su trabajo y vida. Hoy, Margaret Keane es reconocida no solo por su distintivo estilo artístico, sino también por su perseverancia en reclamar su identidad y legado como artista.
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